Imagen cortesía de la Royal Navy

Siendo una de las marinas más importantes del planeta, y sosteniéndose gracias a un presupuesto que representa ser el quinto más grande del mundo,  la Royal Navy se ve amenazada por una crisis de credibilidad arraigada en recortes gubernamentales, despilfarro y desentendimiento por parte de los políticos británicos.

Su reputación la antecede como una de las marinas más temibles del planeta luego de siglos de historia marcados por exitosas campañas marítimas.

Pero, ¿sigue siendo la Royal Navy una joya sobre el mar? Para muchos la respuesta es no.

Si bien su reputación se conserva, existen quienes cuestionan sus capacidades, sobre todo ante un escenario cambiante donde surgen fuerzas regionales ascendente que amenazan con cambiar el curso del dominio marítimo.

Rusia y China hacen los suyo, y se aseguran el control de sus mares con una flota cada vez más creciente que incomoda a los miembros de la OTAN y ponen en jaque las capacidades operativas de la Royal Navy, así como también su fuerza de combate.

En el 2010, la Royal Navy sufrió uno de los recortes en presupuesto más grandes de su historia, y el mismo ocasionó grandes desgastes en la estructura de la Armada. Por años, la Royal Navy británica sobrellevó recortes durante el intervencionismo de la coalición liderada por los Estados Unidos en Iraq y Afganistán, siendo los fondos destinados a los otros servicios que cumplían funciones en el extranjero.  Sin embargo, en la actualidad, la Armada goza con el mayor presupuesto de equipamiento de los tres servicios y existe un plan en marcha de miles de millones de libras destinado a proporcionar nuevos buques y equipamiento.

Y es que el problema no radica del todo en la cuestión presupuestaria, si bien baja en comparación con otros aliados de la OTAN, la cuestión se encuentra en la malversación de los fondos. La defensa británica sufre de derroches y una mala administración del dinero y los recursos.

En las noticias se ha hecho eco, en reiteradas ocasiones, de la tardanza en la entrega de equipamiento o de programas que han sufrido sobre presupuesto.

La principal paradoja en la actualidad es entender el mecanismo de funcionamiento de la armada británica y armar una estrategia de defensa lógica que se correlacione  con las ambiciones del Reino Unido.

Y es que existe una desafección por parte de los diputados y ministros que desestiman el rol fundamental de las Fuerzas Armadas entendiendo  que su funcionamiento solo garantiza fuentes de trabajo contribuyendo a la economía.

A su vez, se falla en definir una estrategia de política exterior que coincida con las ambiciones globales que actualmente posee Gran Bretaña, incurriendo en el mal manejo de los fondos.

Así que, aunque la Royal Navy cuenta con buques modernos y efectivos, los mismos son reducidos, y por ello pierden fuerza de combate, puesto que fracasan en cubrir varios frentes. Y si tenemos en cuenta el resurgir de la Marina rusa y la ambigüedad en el compromiso  estadounidense en materia de defensa para proteger a sus aliados, sale a relucir la preocupación que impaciencia a muchos.

 

La Royal Navy  pierde fuerza de combate

Rusia viene desafiando los intereses  de la OTAN con un fuerte incremento de su actividad submarina y una enérgica inversión perpetrada para reconstruir su Armada.

Recientemente las alarmas se han desatado por todo occidente frente a lo que parece ser una mayor fuerza operativa de Rusia en su región y su zona de influencia. La actividad marítima rusa suscita sospechas e incluso se ha armado un fuerte operativo desde la OTAN para contrarrestar las mismas y se ha corrido la voz de una presunta amenaza rusa a los cables submarinos que podrían comprometer la situación en Estados Unidos o Europa si el Kremlin accediese a dichas líneas.

Entonces, ¿puede la Royal Navy hacer frente a estas situaciones de crisis que podrían presentarse en un futuro próximo?

Datos recientes sugieren que no, y es que la capacidad operativa de la Royal Navy se encuentra en una baja histórica. Existen falta de medios desplegados que sean capaces de proteger o incluso resistir una crisis, problemas con el nuevo portaaviones, además de la falta de equipamiento.

En diciembre pasado la Marina Real reconoció que solo existen en servicio 13 fragatas Tipo 23 HMS St. Albans  y 6 destructores Tipo 45 protegiendo las aguas nacionales, aclarando que, solo uno de los 13 buques es un combatiente de superficie.

Por otro lado, el portaaviones HMS Queen Elizabeth, que se suponía iba a entrar en servicios para el 2017, luego de una falla encontrada,  se espera entre en servicio para el 2020 junto con el HMS Prince of Wales. Ambos portaaviones de la Clase Queen Elizabeth que vienen a reemplazar a la Clase Invincible, compuesta por tres portaaviones de menor capacidad de desplazamiento que habían servido durante la Guerra Fría.

Como si fuese poco, al HMS Queen Elizabeth se lo burla por  ser un portaaviones sin aviones dada las reiteradas demoras en la entrega de los F-  35B Joint Strike Fighter que deberían operar en los mencionados portaaviones.  Además, se recalca la falta evidente de destructores y fragatas para escoltar a los portaaviones en caso de crisis y garantizar así el complemento necesario para llevar a cabo las actividades navales pertinentes.

Imagen cortesía de la Royal Navy

Asimismo, el portahelicópteros HMS Ocean, el buque insignia de la flota, regresará a Devonport después de su despliegue final contando como futuro destino la Marinha de Brasil. Con lo cual, desde mediados de 2018 hasta el 2020 (si no hay demoras), la Royal Navy no poseerá  portaaviones en  servicio.

En julio del 2017, se dio inició a  la construcción de las primeras fragatas Tipo 26 que reemplazarían a las antiguas de Tipo 23, pero ninguna de ellas estarán listas para antes del 2020. Pero, a pesar de ello,  continúa persistiendo  el problema derivado en torno a la cantidad de recursos y no la calidad de los mismos.

A su vez, el Ministerio de Defensa se encuentra considerando el desecho de los últimos dos buques anfibios de guerra, dejando otro vacío en la Armada británica.

 

Gran Bretaña no tiene buques de guerra desplegados en el extranjero

Actualmente se vive una situación sin precedentes en la Royal Navy, y es que no existe presencia de la misma en el escenario internacional.

Se cree que la falta de la misma se debe,  a una combinación de necesidad de recambio y mantenimiento y la falta de presupuesto para mantener operatividad en el extranjero.

Por consiguiente, la Royal Navy no posee grandes buques desplegado en el extranjero. Los seis destructores Tipo 45 estarían atrancados en Portsmouth, mientras que 12 de 13 fragatas Tipo 23 se encuentran afirmadas en Portsmouth o Devonport.

El HMS St Albans se encuentra protegiendo las aguas nacionales, mientras que el HMS Diamond, que había estado de patrulla en el Golfo Pérsico, tuvo que volver en noviembre pasado por un problema mecánico.

Por otro lado, existen serios problemas técnicos con los submarinos de misiles balísticos de la clase Vanguard además de un problema creciente en la disciplina y baja moral de los marineros que operan estos buques.

Imagen cortesía de la Royal Navy

Recientemente, el vicealmirante John McAnally, compartió su angustia y dijo que la escasez de fragatas y destructores en el extranjero no tenía precedentes y que la flota peca de ser demasiado pequeña.

La sumatoria de todas estas contrariedades hace que la proyección del poderío naval  a nivel internacional de la Royal Navy se vea sofocada, cuestionado sus capacidades a la hora de responder  a una crisis, como su incapacidad clara de contrarrestar las fuerzas emergentes de China y Rusia.

La Royal Navy podrá recién contar con un incremento en su fuerza de combate para finales del 2020, dejando un largo espacio de tiempo en el medio y mucha incertidumbre.

La  fuerte crisis de credibilidad,  podría bien desembocar en el aumento del interés de otras fuerzas de querer incursionar en aguas británicas,  o incluso dejando un mayor margen de maniobra para que dichas fuerzas se manifiesten con mayor presencia en el extranjero, más específicamente en zonas de antigua influencia británica.

En una escalada de conflicto con oriente,  la situación podría rápidamente tornarse alarmante, pero mientras tanto habrá que esperar, confiadamente, a la llegada del  2020.

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