Imagen cortesía de El Nuevo Herald.

Luego de 14 días, el submarino desaparecido en el Atlántico sur,  continúa acaparando la atención de los medios nacionales e internacionales.

De la mano de la coalición internacional, conformada ya por 14 países, y la Armada Argentina, se trabaja sin descanso rastillando el área en busca del ARA San Juan con sus 44 tripulantes a bordo.

La operación de búsqueda se realiza con fuerte optimismo, sin tregua y contra reloj improvisando teorías que relaten un escenario en donde la tripulación pueda encontrarse con vida.

Pero las buenas noticias no llegan y la sociedad encolerizada busca culpables y exige respuestas luego de que se diera a conocer un documento que detallaba el estado del submarino y las precauciones que éste debía tener para evitar un siniestro.

El informe fue presentado por el Servicio de Salvamento ante el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada (COAA) en febrero y  puntualizaba sobre las limitaciones del submarino y se pedía  tomar los recaudos necesarios para evitar una tragedia, instando a tener presente que “se trabaja con vidas humanas en el mar y en tareas de preservación de la vida humana, con relativa trascendencia pública”. Asimismo, aclara que del informe se desprendían un “sinnúmero de fallas latentes que se pueden activar al momento de operarlo”.

Muchos, enfurecidos ante esta información, reconocen la culpabilidad de los acontecimientos sucedidos el 15 de noviembre a los responsables a cargo por haber ignorado un documento que establecía de manera clara y concisa la precariedad en la cual se encontraba el submarino ARA San Juan.

“En síntesis, profetisa el documento, hay probabilidades de que algo falle y pueda ocurrir un incidente”. Las palabras escritas resuenan fuerte en quién las lee, entendiendo que el submarino fue subestimado en sus capacidades operativas poniendo en riesgo la vida de  44 personas.

El informe urgía a no realizar buceo con una profundidad mayor a los 30 metros por la cantidad de fallas latentes detectadas y alegaba que los equipos de rescate disponibles en la fuerza no estaban en condiciones de realizar salvatajes a una profundidad superior a los 30 metros. Pero fuentes declararon que el ARA San Juan solía sumergirse a profundidades superiores a los 30 metros.

Pero la pregunta que muchos nos hacemos es porqué se ignoró la recomendación del especialista y a su vez porque no se emitió una orden que prohibiese al ARA San Juan transgredir el límite de profundidad de buceo.  Y a su vez, si existen un sinnúmero de fallas latentes porque se permitió, en primer lugar, que el submarino participará de los ejercicios militares Etapa de Mar III a sabiendas de lo expuesto y vulnerable que era.

Pero, las  falencias no terminan ahí. Anoche la Armada sufrió la filtración de un mensaje emitido el 15 de noviembre a las 8:52,  justo antes de la aún presunta explosión del ARA San Juan.

Allí, el reporte detallaba lo que se presume fue el inicio de la pesadilla que posteriormente desembocaría en la tragedia.

“Ingreso de agua de mar por sistema de ventilación al tanque de baterías N°3 ocasionó cortocircuito y principio de incendio en el balcón de barras de baterías. Baterías de proa fuera de servicio. Al momento en inmersión propulsando con circuito dividido. Sin novedades de personal mantendré informado”.

Lo verdaderamente desfavorable de la situación es que la información se mantuvo oculta incluso para el presidente Mauricio Macri y el ministro de Defensa Oscar Aguad. Ante esto, el vocero de la Armada,  Enrique Balbi alegó que “la Armada no puede mostrar un documento como el que se filtró en los medios (…) Si mostrábamos un despacho de estas características estaríamos vulnerando una ley de confidencialidad”.

La situación se me antoja un tanto confusa. Si la Armada estaba al tanto de las fallas latentes del submarino y de la falta de recursos y capacidad de la fuerza para realizar rescates bajo esas condiciones porque permitió que el submarino opere como lo hizo, llevándolo al límite de sus posibilidades.

A su vez, la Armada transmitió desde un primer momento ánimo y confianza sobre la situación del submarino alegando solo una posible “falla en las comunicaciones”, y ahuyentando los comentarios que indicaban la desaparición de un submarino siniestrado.

Como si fuese poco, el anuncio del  incidente con las baterías pareció no ser motivo suficiente para considerar a la situación como una de carácter crítico y se prosiguió a la continuación del viaje rumbo a Mar del Plata, sin sospechar siquiera la fatalidad que se avecinaba.

Lo que si se vislumbra cada vez más claro es que la tragedia del  ARA San Juan podría haberse evitado si se hubiesen tomado acciones que actuasen sobre las fallas latentes o impidiesen su uso inapropiado. Pero lo que no logró descifrar, es si la responsabilidad recae sobre un montón de ingenuos optimistas que ven siempre el vaso medio lleno o de un sistema perverso e irresponsable. Mientras tanto la Armada se desliga de toda acusación y el gobierno acusa desconocimiento.

 

 

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2 COMENTARIOS

  1. LA CULPA, DE ESTO SER ASI, ES DE LA CUPULA DE LA ARMADA ARGENTINA, PERO TAMBIEN DEL MINISTRO Y MINISTERIO DE DEFENSA, Y EN ULTIMA INSTANCIA DEL PRESIDENTE MACRI

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