Imagen cortesía de Sputnik

 

Irán siguió el ejemplo de Rusia y EEUU y utilizó misiles para llevar a cabo ataques contra los terroristas en Siria. El lanzamiento de seis misiles balísticos Zulfikar puso de relieve las capacidades bélicas de la República Islámica, escribe el experto en defensa Kyle Mizokami.

En su artículo para The National Interest, el autor apunta que el programa de misiles iraní tiene ya cuatro décadas y se remonta a la guerra Irán-Irak que tuvo lugar entre 1980 y 1988, además de la rivalidad del país con Israel.

Durante el conflicto con Irak,  la Fuerza Aérea iraní se paralizó por las purgas tras la Revolución de 1978-1979. De esta manera, aunque superior a la Fuerza Aérea iraquí, numérica y tecnológicamente, Teherán no fue capaz de lograr la superioridad aérea y de golpear con precisión los objetivos de las partes centrales de Irak.

Por lo tanto, Irán compró del Gobierno de Libia una serie de misiles balísticos monoetapa soviéticos R-17 de corto alcance. Estos ataques, junto con los ataques de represalia de Irak, constituyeron la llamada ‘guerra de las ciudades’.

De esta manera, la necesidad de misiles balísticos y la enemistad histórica con Israel llevó a Teherán a desarrollar su propia industria de misiles. Los primeros —Shabab (Estrella fugaz)— eran copias de los misiles soviéticos R-17. Según las estimaciones de la Nuclear Threat Initiative (Iniciativa de amenaza nuclear), Irán dispone de entre 200 y 300 misiles de este tipo en su arsenal.

Los misiles Shabab-1 son capaces de portar una ojiva química o altamente explosiva de 900 kilógramos de peso a una distancia de hasta 300 kilómetros. Los Shabab-2 cuentan con un alcance de casi 500 kilómetros.

Los Shabab-3 son una variante del misil norcoreano Nodong de medio alcance, también desarrollado en función del R-17 soviético. De acuerdo con la Nuclear Threat Initiative, su alcance máximo es de 999.5 kilómetros. Al mismo tiempo, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) estima que el alcance del Shabab-3 es de 1.999 kilómetros.

El Shabab-3 dio lugar al menos a un misil más —Ghadr 1— de menor alcance y mayor precisión. La nueva ojiva desarrollada específicamente para los dos tipos de misiles permite aún mayor estabilidad, maniobra y precisión.

Mizokami expresa que Teherán dio un paso gigante al desarrollar el misil Sejil de medio alcance y combustible sólido. A diferencia de los misiles de combustible líquido, esta arma no tiene que repostar antes del lanzamiento y puede permanecer almacenada previamente a la acción. Asimismo, no requiere de un convoy de vehículos de re abastecimiento de combustible que puede fácilmente detectarse por las fuerzas enemigas.

El Sejil fue sometido a pruebas por primera vez en 2008. Su alcance es igual al de Shabab-3. Además, es capaz de portar una ojiva de entre 453 y 907 kilógramos de peso. De acuerdo con varios informes, Teherán también probó el misil Sejil-2 en 2009 y está desarrollando el Sejil-3 de tres etapas y de un alcance de 3.862 kilómetros.

En 2005 algunos medios informaron de que Irán había comprado una serie de misiles de medio alcance Hwasong-10 de Corea del Norte. Las nuevas armas se probaron en 2017, aunque sin éxito. Asimismo, Teherán actualizó su flota de misiles balísticos de corto alcance Zulfikar. Son capaces de portar un alto explosivo y submunición de 453 kilógramos. Su alcance es de entre 698 y 750 kilómetros. Su precisión es mucho más alta que la de los misiles Shabab-1 y —2.

Por el momento Irán no dispone de un arsenal de misiles balísticos intercontinentales. No obstante, Mizokami apunta que Corea del Norte ha demostrado que “incluso un país de escasos recursos es capaz de construir un programa de misiles creíble”.

 

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