Ya vuelan los drones. Ya desembarco el Morskaya Pekhota en Tartus. Ya comenzó el despliegue de unidades blindadas y de aeronaves en el aeropuerto al sur de Latakia.

La Federación Rusa estaría muy cerca de comenzar sus operaciones aéreas y terrestres contra los grupos que amenazan la estabilidad del régimen de Bashar al-Assad. Si bien se discute cual es el verdadero objetivo de las tropas rusas estacionadas sobre la costa mediterránea siria, se considera que el despliegue atiende precisamente a dotar a Rusia de una moneda de cambio diplomática para poder negociar con los diferentes actores que participan en el casi estado fallido sirio.

Como si fuera un nuevo efecto “Pristina”, las tropas rusas continúan estacionándose en la región a efectos de apoyar a las tropas leales al régimen en el noroeste de Siria, asediado desde hace meses por unidades del frente Al-Nusra, ISIS y rebeldes moderados.

Según fuentes del Pentágono entrevistadas por The Daily Beast mencionaron que las operaciones rusas comenzarían “muy pronto” a la par que deslizaron criticas a la falta de iniciativa de los Estados Unidos para lograr efectos determinantes sobre el escenario sirio.

Por otro lado, el Financial Times citando fuentes tanto estadounidenses como a asesores en política exterior en Moscu, mencionaron que los recientes despliegues serian parte de una primera etapa, la cual finalizaría con el envío de unos 2000 soldados a la zona mediterránea.

En principio, y manteniendo el mismo concepto de “little green men” utilizado en Ucrania, Rusia actuaria en principio con suministros de armas y asesoramiento militar, para luego pasar gradualmente a tener una injerencia mayor sobre el conflicto. El asesoramiento y el suministro de armas se viene dando desde hace varios años, por lo que se estima que las acciones rusas sobre el terreno se vuelvan en breve mas agresivas y mas directas.

A medida de que la escalada militar avanza en el país, la presencia activa de Rusia como nuevo actor en el escenario sirio implicaría un profundo cambio de rumbo en la política “stand-off” de las potencias europeas, de los Estados Unidos y de los vecinos de la República Árabe Siria, llevándolos a negociar o incluso a pactar frente a lo que seria un enemigo en común.

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