Chile: revelan miles de archivos secretos de la dictadura de Pinochet

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La policía secreta del fallecido general Augusto Pinochet lideró una red de espionaje dentro y fuera de Chile que cruzó caminos con el Vaticano, el FBI, dictaduras latinoamericanas y la prensa mundial, según revelan miles de archivos secretos y hasta ahora inéditos a los que tuvo acceso la agencia de noticias DPA.

Estos documentos, por décadas catalogados como reservados, confirman que los cuerpos represivos chilenos, la
DINA primero y la CNI después,
mantenían correspondencia casi diaria con ministros y otras autoridades, para coordinar operaciones en todo el mundo.

El
coronel Manuel Contreras
, que como director de la DINA
planeó atentados en Estados Unidos, Argentina e Italia,
tenía potestad incluso para
investigar a los empleados del Estado
como revela la Circular Reservada 35 F-151 de 1975.

"Su Excelencia (Pinochet) ha dispuesto que a partir de esta fecha ningún funcionario público sea contratado sin que previamente se adjunte a sus antecedentes un informe DINA respecto a las actividades que el interesado pudo haber realizado", informó el ministro del Interior de la época, general Raúl Benavides.

En 1976, los poderes de la DINA son ampliados y detallados. Podrá investigar a todos los funcionarios y será la única responsable de instalar los citófonos presidenciales en la administración pública.

La Policía secreta, responsable de miles de desaparecidos, ejecutados y torturados según informes oficiales, pasa a tener además un archivo con las
fichas de todos los detenidos y perseguidos,
cuya información envía a cuanto ministerio se la solicite.

La DINA, cuyo director está preso cumpliendo un centenar de condenas, tenía poder incluso para dar órdenes a ministros, como revela el Plan de Operaciones Epsilon.

La iniciativa es diseñada en junio de 1975 por Contreras, ante la visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la que acuden cientos de denunciantes de la oposición.

El coronel Contreras, quien siempre se ufanó de desayunar a diario con Pinochet, repartió en ese plan tareas a todo tipo de autoridades, a quienes advirtió que ante cualquier duda debían contactarlo directamente por teléfono.

La estrategia, contenida en 11 páginas distribuidas a ministros y jefes de servicios, tenía por misión
"realizar una campaña de acción psicológica abierta y clandestina",
para neutralizar en el mundo las denuncias por violaciones a los derechos humanos.

Las acciones abarcan desde el uso de periodistas, que no son nombrados, para que "festinen" con la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, hasta la eliminación de cintas de la II Guerra Mundial de la programación televisiva por aludir al nazismo.

También son propuestos campañas de ataques a la situación de los derechos humanos en Portugal, la Unión Soviética, Cuba y Vietnam, y la disputa de un partido de fútbol entre Chile y Brasil, como distracción.

Las coordinaciones entre la Policía secreta y los ministros siguieron incluso tras de la disolución en 1978 de la DINA, después de que estallara una crisis con Estados Unidos por el atentado explosivo en Washington contra el excanciller socialista Orlando Letelier.

La CNI, órgano que reemplaza a la DINA, impulsa desde ese año
operaciones en Bolivia, Argentina y Brasil,
a través de las embajadas chilenas que remiten informes periódicos sobre la actividad de los exiliados, los medios de comunicación y organismos humanitarios.

Prueba de ello es que el 17 de marzo de 1978, el viceministro de Relaciones Exteriores de Chile, el general de brigada Enrique Valdés Puga, firmó y envió el oficio secreto número 35 de Cancillería al entonces director de la CNI, el general Odlanier Mena.

"De acuerdo a lo conversado con Uds. sobre la necesidad de normalizar la situación de envío de oficiales de esa CNI como Consejeros Administrativos o Civiles a distintas representaciones diplomáticas de Chile en el exterior, mucho agradecería remitir, a la mayor brevedad posible, al suscrito, un ejemplar del Plan Cóndor", escribió Valdés.

El jefe de la Policía secreta, como era habitual, contestó el 21 de febrero directamente al canciller de la época, almirante Patricio Carvajal, ratificando las destinaciones de los militares José Aqueveque, León González y Raúl Tejo a Perú, Bolivia y Argentina, respectivamente.

Los archivos secretos revelan además el esfuerzo continuo de la dictadura (1973-1990) por desacreditar a sus opositores y ganar aliados, operación en la que también aparece
involucrado el hoy diputado de Renovación Nacional Alberto Cardemil, correligionario del presidente Sebastián Piñera.

Cardemil, que fungía en los prolegómenos del régimen pinochetista como viceministro de Interior, envió a Cancillería las fichas secretas de los funcionarios de la Vicaría de la Solidaridad, para poner en marcha una amplia acción de desprestigio de esa entidad defensora de los derechos humanos, liderada por la Iglesia católica.

"Conforme a lo conversado en nuestra reunión almuerzo de días pasados, me permito adjuntarle carpeta con antecedentes completos de las personas que trabajan en la Vicaría de la Solidaridad", redactó Cardemil el 26 de abril de 1985 en el oficio secreto 1953.

Las operaciones detalladas en estos archivos revelan además el seguimiento a cientos de corresponsales dentro y fuera de Chile, como Pierre Kalfon de
"Le Monde"
y James Pringle de
"NewsWeek"
, entre casi un millar referidos en estos documentos.

También hay preocupación por la labor de artistas como el escritor Ariel Dorfman y los equipos de inteligencia remiten a autoridades de gobierno detalles de los debates en centros de estudio, lo que llaman "activismo intelectual".

Los textos desnudan además los diálogos con el Vaticano para neutralizar a los sectores de la Iglesia que criticaban las violaciones a los derechos humanos, liderados por el cardenal Raúl Silva Henríquez.

Piezas clave en todo este entramado son además los Informes de Apreciación Sociológica que la Armada prepara para la Junta Militar en los últimos años del régimen.

En ellos, es delineada la entrega del poder y las características que debe tener la democracia en ciernes, donde se espera que los militares no cedan "el principio de autoridad".

"Ello ameritará la conveniencia de considerar en 1989 algunos cambios a la organización del Estado, preservando la sustancia institucional de los tres primeros capítulos de la Constitución", propuso el 6 de enero de 1989 en esos documentos el capitán de navío Rodolfo Camacho.

Los cambios finalmente serán acordados con la oposición de centro izquierda. La Constitución redactada entonces rige en Chile hasta hoy.
ambito web
 

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El golpe en Chile: Brasil quería armar una guerrilla anti Allende
Revelan más datos sobre el apoyo del gobierno militar brasileño a Augusto Pinochet

A 40 años del golpe pinochetista, el 11 de septiembre de 1973, que condujo al presidente Salvador Allende a la muerte, una serie de documentos liberados recientemente en Santiago, Chile, testimonian el intenso activismo de la dictadura militar de Brasil, gobernado entonces por el general Emilio Garrastazu Medici. La nueva serie de telegramas e informes ultra secretos alumbra aspectos desconocidos como la participación de grupos de choque brasileños, así como el envío de dinero colectado entre grandes empresarios de San Pablo y Río de Janeiro.
Los dossier militares y diplomáticos comenzaron a ser publicados ayer por el diario Estado de Sao Paulo, que prometió continuar la saga a lo largo de esta semana. Según los papeles en poder del periódico paulistano, uno de los temas más urticantes fue el plan de las Fuerzas Armadas de Brasil de montar una guerrilla en los Andes que debía tener como objetivo desestabilizar al gobierno socialista de Allende. Todo indica que el proyecto fue urdido dentro del Ministerio del Ejército, donde al parecer funcionaba una sala de operaciones destinada a ese objetivo.
El plan contemplaba que ese “ejército irregular”, que debía actuar en los Andes, fuera integrado básicamente por chilenos pero con el auxilio de “instructores” brasileños que comenzaron a ingresar en el país trasandino antes incluso de la caída del gobierno de la Unidad Popular. Esta información llegó a manos de la embajada de Chile en Brasilia gracias a un militar que, desde dentro del Ejército brasileño, consiguió enterarse y transmitir la versión.
De acuerdo con los papeles diplomáticos desclasificados, a la embajada chilena en la capital brasileña llegó en la época un informe de “un ciudadano chileno que reside en San Pablo y merece toda la confianza” sobre la convocatoria realizada por el cuerpo del Ejército en esa ciudad “a voluntarios chilenos capaces de emprender una aventura bélica”. Poco después de la aventura golpista, que entronizaría por casi dos décadas a Pinochet, el embajador brasileño en Santiago, Antonio Camara Canto, se ocupó del ingreso de agentes brasileños que fueron enviados al Estadio Nacional y otros centros de represión para actuar como coadyuvantes en las sesiones de tortura de los presos políticos.
No fue por casualidad que el presidente Garrastazu Medici haya dado, el mismo 11 de septiembre, órdenes expresas a su cancillería para el inmediato reconocimiento del régimen de Pinochet. “El nuevo gobierno de Chile debe estar seguro que encontrará en Brasil a un poderoso aliado”, le escribió el general al encargado de negocios de la embajada de Chile en Brasilia, Rolando Stein.
Este diplomático se había convertido en el embajador de hecho, luego de la renuncia en la mañana del jefe de la misión, el jurista Raúl Rettig.
Declaraciones posteriores de los encumbrados miembros de la dictadura brasileña vinieron a subrayar la confianza de Medici y su gente en la nueva junta militar chilena surgida del golpe de 1973. Para el canciller brasileño Gibson Barbosa, Pinochet y sus secuaces no cometieron crímenes contra los prisioneros políticos encerrados inmediatamente en el Estadio Nacional.
“No creo en esas denuncias de torturas y atropellos a los derechos humanos en Chile. Nosotros simpatizamos totalmente con ustedes (chilenos). Brasil y Chile están en la misma trinchera”, dijeron.
clarin
 

Sebastian

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EE.UU le dijo a Brasil que iba a ser su mano derecha en la zona....se tenía que portar como tal.
 

Grulla

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Cómo la CIA se infiltró en Chile para derrocar a Allende



A días de conmemorarse los cuarenta años del golpe militar que acabó con el gobierno de Salvador Allende, el autor del reciente libro La CIA en Chile. 1970-1973 entrega detalles inéditos de la infiltración estadounidense que apoyó el alzamiento encabezado por Augusto Pinochet, cuyo régimen se prolongó por diecisiete años.

Chile se apresta a conmemorar este 11 de septiembre las cuatro décadas del golpe militar más devastador que ha conocido su historia, encabezado por el fallecido dictador Augusto Pinochet y que culminó con el bombardeo al palacio de La Moneda y el suicidio del presidente Salvador Allende.

Tanto el gobierno actual encabezado por Sebastián Piñera, como la oposición liderada por la candidata de la centroizquierda a la primera magistratura, Michelle Bachelet, realizarán actos para recordar una fecha respecto a la cual aún existe controversia en torno a las razones que llevaron a tan violento quiebre institucional.

El periodista chileno Carlos Basso lleva más de una década analizando los documentos desclasificados de la administración estadounidense vinculados con Chile. En base a este material, acaba de publicar el libro La CIA en Chile. 1970-1973, para cuya redacción seleccionó el material más relevante de los informes liberados por la inteligencia estadounidense respecto a este período.

A continuación, ofrecemos la entrevista exclusiva que el periodista ofreció a La Voz de Rusia.

—¿En qué momento comienza, formalmente, la infiltración de la CIA en Chile?

—Apenas se crea la CIA en 1947, se instala una oficina en Santiago, pues en el contexto de la Guerra Fría que estaba comenzando a estallar, Chile ya estaba en el radar de EEUU como un lugar interesante para los rusos... Adicionalmente, había un tema económico: las tres mayores compañías que había en Chile en aquellos años eran de capitales norteamericanos.

La oficina estaba ubicada en el mismo edificio que la embajada estadounidense, justo al frente del palacio de La Moneda, sede del gobierno y en donde también operaba la misión militar norteamericana que incluía a varios oficiales de la Agencia de Inteligencia del Pentágono (DIA).

Más tarde, en 1970, mientras se planificaba un golpe de Estado para evitar que Allende asumiera la presidencia, se enviaron a cuatro oficiales del tipo false flag (es decir, con identidades falsas) a operar en conjunto con los grupos de ultraderecha, los que terminaron asesinando al general René Schneider, quien era el Comandante en Jefe del Ejército chileno en esa fecha. Los cuatro oficiales fueron removidos de Chile apenas producido el atentado.

Ese mismo año, la CIA comienza a infiltrarse en los grupos de ultraizquierda, actividad que llega a su punto máximo en la época de Pinochet cuando se introducen por completo en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Ello, con miras a la propia inteligencia y no para compartirla con el gobierno de Pinochet, lo que no deja de resultar curioso.

—¿Cuál era la opinión de la inteligencia estadounidense respecto al gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Allende, y la izquierda chilena?

—En general, la opinión era calamitosa, como era de esperar. Especialmente así lo pensaban el Director de la CIA en 1970, Richard Helms, y altos funcionarios del organismo como William Broe y David Atlee Phillips, quizá las dos personas que más responsabilidad tuvieron en todas las operaciones de la CIA en Chile entre 1970 y 1973.

No obstante, es muy interesante (y dramática) la posición que asumió el jefe de la oficina de la CIA en Santiago, Henry Hecksher, un exoficial de la Oficina de Servicios Estratégico (OSS) que se fogueó en Berlín, Guatemala y Laos. Hecksher se opuso al golpe de Estado que se pretendía dar en octubre de 1970 para evitar que Allende, ganador de las elecciones de septiembre de ese año, fuera ratificado por el Congreso.

Ciertamente, era un hombre de derecha, un agente histórico de la CIA que hizo lo que “tenía que hacer”. Pese a ello, envió varios cables a Washington indicando que no existían razones objetivas para el golpe. Igualmente, advirtió que el intento de secuestro que planeaban sus jefes en contra del entonces comandante en jefe del Ejército chileno, general René Schneider, culminaría en un baño de sangre… tal como sucedió.

Luego de que Allende asumió el poder, Hecksher fue despedido de la CIA, acusado de "socialista". Es más: hasta 1973 se decía en los pasillos de la agencia que él era el culpable de que Allende estuviera gobernando.

—¿Qué perfil manejaban los agentes de la CIA en torno a la figura de Allende? ¿Le veían como un elemento peligroso y potencialmente desestabilizador en América Latina?

—No hay tal perfil por parte de la CIA. Eso sí, existen varios documentos desclasificados respecto a Pinochet, incluyendo uno del Departamento de Estado (1989) que dice que padecía de depresión y daba a entender que sufría de esquizofrenia. De todas formas, respecto a Allende, en distintos documentos se arma una imagen bastante ecuánime, por curioso que parezca… Decían que era un hombre muy preparado, un político muy culto y respetado, y con mucho carisma. Asimismo, destacaban las críticas que le había hecho Fidel Castro por sus gustos "burgueses", especialmente por la ropa fina.

Creo que para la CIA el tema esencial no era Allende, sino la coalición de la Unidad Popular, ya que tenían conciencia de que, más allá del presidente había un poder político muy fuerte a sus espaldas: eso es lo que les preocupaba.

—Existe una famosa alocución del presidente estadounidense Richard Nixon respecto a cómo desestabilizaría el gobierno de la Unidad Popular mediante un plan que incluía “hacer gritar a la economía”. ¿Qué instrucciones puntuales recibieron los funcionarios estadounidenses y agentes de la CIA para llevar a cabo tal sabotaje?

—Las instrucciones son muchas y dependen del período. En 1970, cuando se quiso impedir la asunción de Allende, la CIA recibió, efectivamente, el mandato de evitarlo al costo que fuera necesario. Para eso, fueron diseñados dos planes de acción: el “Track I” y el “Track II”. El primero buscaba cooptar y sobornar al Parlamento para que no ratificara a Allende como presidente; el segundo era, derechamente, el empleo de la vía militar.

Después, en función de los documentos que conocemos -porque aún no se han desclasificado todos-, sabemos que el foco principal fue subvencionar a los principales partidos políticos de oposición, especialmente a la Democracia Cristiana y, en menor medida, al Partido Nacional.

No conocemos con detalle qué hizo la CIA al momento del golpe, pero sí podemos decir, sin temor a equivocarnos, que conocía hasta el más mínimo detalle de su planeamiento.

—¿Cómo eran las relaciones entre los agentes de la CIA y la inteligencia chilena? ¿Había un intercambio fluido de información o existían resquemores entre ambas partes?

—Había un intercambio muy fluido, especialmente entre los miembros de la DIA y sus pares de las Fuerzas Armadas chilenas. Tengo la impresión de que, mucho más que la CIA, entre 1970 y 1973 quienes manejaban información más fina, precisa y exacta, eran los oficiales de la DIA, especialmente por sus vínculos con la oficialidad chilena.

—Uno de los casos más singulares de la vinculación de EEUU con el golpe militar fue el asesinato del periodista Charles Horman, eliminado a días del alzamiento por “saber demasiado”, luego de sus contactos –casi casuales- con agentes de la inteligencia naval y la CIA que estaban actuando en Chile. Tanto su país como Pinochet ocultaron toda evidencia del caso. ¿Existe algún reconocimiento oficial de Washington de su participación en el crimen?

—No hay un reconocimiento explícito, pero sí -a lo menos- cinco documentos desclasificados que permitieron a la justicia chilena solicitar a ese país la extradición del oficial de inteligencia militar Ray Davis, implicado en la muerte de Horman. Estos documentos relataban la existencia de la llamada operación MCCHAOS, emprendida en conjunto entre la CIA y el FBI y que buscaba información sobre norteamericanos que, en distintas partes del mundo, eran tachados de radicales de izquierda, tal como sucedió con otro estadounidense apresado con Horman: Frank Teruggi.

—Si la CIA pudo infiltrarse en la izquierda chilena ¿por qué no supo “leer” las intenciones del régimen de Pinochet que acabaron en el atentado que acabó con la vida del excanciller chileno Orlando Letelier (1976) en Washington y que está considerado como el primer acto de terrorismo internacional en suelo estadounidense?

—La infiltración fue vasta hacia la ultraizquierda, no así hacia la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Por cierto, la CIA estaba enterada al detalle de lo que ésta hacía en Chile, así como de sus planes en el exterior, pero aparentemente no supo interpretar las maniobras detectadas en Paraguay por el entonces embajador de EEUU, George Landau, en orden a infiltrar personal de la DINA en ese país.

—¿De qué manera Michael Townley, ciudadano estadounidense que ejerció como agente de la DINA y fue uno de los autores materiales del crimen contra Letelier se vinculaba con los agentes de la CIA en Chile? ¿Es efectivo que trabajó para la agencia estadounidense?

—Michael Townley nunca fue agente de la CIA. Esa es una mentira que inventó el jefe de la DINA, Manuel Contreras -quien sí recibió pagos de la CIA, algo que él niega pese a la documentación que lo ratifica- para tratar de evadir su responsabilidad en el crimen de Letelier. Lo que sí es efectivo es que Townley se ofreció varias veces a la CIA, pero nunca lo tomaron en cuenta… La verdad es que, de hecho, no habría pasado ni siquiera un simple examen psicológico. Era un sujeto excesivo, poco discreto, de gran estatura (por lo que no pasaba desapercibido) y con un afán desmedido por ser algo o alguien.

La Voz de Rusia presentará próximamente la continuación de esta entrevista al periodista chileno Carlos Basso, autor del libro La CIA en Chile. 1970–1973, en el marco de la conmemoración de los 40 años del golpe militar en ese país.

Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.

http://spanish.ruvr.ru/2013_09_04/C-mo-la-CIA-se-infiltr-en-Chile-para-derrocar-a-Allende-2727/
 

Sebastian

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Después del golpe de pinocho, me parece que toda la izquierda en AL, se dio cuenta que la única opción de lograr el poder era por la via armada.
 
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Sebastian

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Jueces chilenos piden perdón por sus “omisiones” en la dictadura de Pinochet

La Asociación de Magistrados asume que el poder judicial pudo y debió hacer más en favor de los derechos humanos durante el régimen del general, que califica como "un oscuro pasado"

Rodrigo Cea Santiago de Chile 5 SEP 2013 - 06:40 CET35
Con ocasión de los 40 años del golpe militar que derrocó a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, la Asociación Nacional de Magistrados del Poder Judicial de Chile ha pedido perdón por sus “omisiones impropias de su función” durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

“Sin ambigüedades ni equívocos, estimamos que ha llegado la hora de PEDIR PERDÓN a las víctimas, a sus deudos y a la sociedad chilena por no haber sido capaces en ese trance crucial de la historia de orientar, interpelar y motivar a nuestra institución gremial y a sus miembros en orden a no desistir de la ejecución de sus deberes más elementales e inexcusables, a saber, el cumplimiento de la función cautelar que en sí misma justifica y explica la existencia de la jurisdicción”, señala la declaración escrita publicada en su página web.

Argumentando que el poder judicial chileno pudo y debió hacer mucho más, en el documento los jueces aseguran que no es posible eludir su “responsabilidad histórica” en la vulneración de los derechos humanos producidos durante el la dictadura, que dejó 3.000 muertos y 1.000 desparecidos hasta hoy.

“La inadmisibilidad o el rechazo por parte de nuestros tribunales de miles de recursos de amparo, muchos de los cuales fueron fundadamente interpuestos en nombre de compatriotas de cuya suerte nunca más se supo, la negativa sistemática a investigar las acciones criminales perpetradas por agentes del Estado y la renuencia a constituirse personalmente en centros de detención y tortura, sin duda alguna, contribuyeron al doloroso balance que en materia de derechos humanos quedó tras ese gris período”, se lee en el comunicado. Además del mea culpa, los magistrados llamaron a sus superiores, los jueces de la corte suprema, el máximo tribunal chileno, a imitarlos y realizar una reflexión de su desempeño durante los 17 años régimen de Pinochet.

Los magistrados llaman a sus superiores, los jueces de la corte suprema, a realizar una reflexión sobre el pasado

Luego de que el documento se hizo público, el portavoz de la corte suprema, Hugo Dolmestch, dijo en entrevista con el canal CNN Chile que nunca había escuchado a un miembro de ese tribunal hablando de pedir perdón por su desempeño. Reconociendo que aún existía un “pacto de silencio” entre los responsables de las violaciones a los derechos humanos, Dolmestch llamó a “comprender por qué ocurrieron las cosas” y dijo creer en la necesidad imperiosa de reconciliación del país.

A menos de una semana del aniversario 40 del golpe de Estado, destacados políticos de oposición y partidarios de la Administración del presidente Sebastián Piñera han pedido públicamente perdón durante estos días por su cometido previo y posterior al pronunciamiento.

Al mismo tiempo, el gobierno y la Nueva Mayoría liderada por la expresidenta socialista Michelle Bachelet preparan actos conmemorativos por separado. El próximo lunes por la mañana será el turno del conglomerado de centroizquierda liderado por Bachelet, también exdirectora ejecutiva de ONU Mujeres, que será la principal figura en un acto que se desarrollará en el museo de la Memoria ubicado en el centro de Santiago. A poco más de un kilómetro de distancia y al mediodía, el acto oficial del Ejecutivo se realizará en el Palacio de La Moneda, al que asistirán los máximo representantes de la centroderecha, incluida la candidata presidencial del sector Evelyn Matthei.

Asegurando que la oposición prioriza un acto “político” y no de espíritu reconciliatorio, la portavoz de gobierno Cecilia Pérez lamentó que representantes de la Nueva Mayoría no se sumen al acto que encabezará Piñera.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/05/actualidad/1378356025_053445.html
 

Sebastian

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Regreso a La Moneda, 40 años después

El aniversario del golpe de Pinochet coincide con la publicación de libros con nuevos detalles sobre los últimos días de Allende

Juan Jesús Aznarez Santiago de Chile 8 SEP 2013 - 00:19 CET4


Varios militares custodian La Modena el 12 de septiembre de 1973. / REUTERS

Puntualmente cada 11 de septiembre, la historia regresa al palacio La Moneda de Santiago de Chile, donde Salvador Allende se suicidó hace 40 años con un fusil regalado por Fidel Castro. La aviación golpista y la traición demolían el edificio de la calle Morandé cuando el presidente se sentó en un sofá palaciego, apoyó la barbilla sobre la bocacha del arma, apretó el gatillo y saltaron por los aires el cráneo de un hombre decente y una democracia revolucionaria. Llovía sobre mojado. No era la primera vez que Estados Unidos había promovido en América Latina el derrocamiento de presidentes insumisos: dos rebeliones militares alentadas por la CIA derribaron a Jacobo Arbenz, en Guatemala, en 1954; a Juan Bosch, en República Dominicana, en 1963, y un año después al brasileño João Goulart.

Consumada la vileza del general Augusto Pinochet y la deslealtad de los temerosos, a las 11.50 de aquella jornada fatídica, dos aviones abrieron fuego contra La Moneda con cohetes que perforaron los muros del edificio neoclásico y quebraron las paredes de salones y despachos.
Los gases lacrimógenos asfixiaban a medio centenar de fieles. Entre cascotes y gritos, se cubrían como podían. Sin suministro eléctrico, ni esperanzas, con el palacio en llamas, el presidente se despidió de sus colaboradores y amigos. No tenía sentido su inmolación. Pero otras eran las intenciones del generalato insurrecto. “Tenemos que matarlos como ratas, que no quede rastro de ninguno de ellos, de Allende”. La criminal iracundia del almirante Patricio Carvajal fue conocida al quedar inadvertidamente abierto el sistema de comunicación entre el puesto de mando de la sublevación y las unidades asaltantes.

Aquel cuartelazo reunió todos los ingredientes de las tragedias griegas: traiciones, cobardías, intrigas, asesinatos y muerte, según el cardiólogo Óscar Soto Guzmán, sobreviviente de La Moneda, médico personal del presidente y autor del libro Allende en el recuerdo, que se publica en el 40º aniversario del golpe. Relata las reacciones de Allende ante los acontecimientos que le tocó vivir. También Soto debió reaccionar. “Hablo con mi esposa Alicia; ella me dice: ‘Se anuncia por radio que van a bombardear el Palacio’. ‘Así es, le respondo’. ‘¿Qué vas a hacer?’. ‘Me quedaré aquí, en el Palacio’, le dije. Alicia calló, pero entendí que compartía mi decisión”. El golpe le cambió la vida. La salvó, pero en el exilio de México, Cuba y España, donde reside con su familia.

El 11 de setiembre de 1973 terminó a sangre y fuego el Gobierno de la Unidad Popular (UP), una coalición de izquierdas que pretendió construir, quizás con demasiadas prisas, una sociedad más justa en un país profundamente injusto. Chile era entonces una nación parlamentaria, pero de oligarquías poderosas, reaccionarias, y multinacionales con derecho de pernada: la norteamericana ITT (International Telephone & Telegraph) era dueña del 70% de la telefonía chilena. El poder económico y mediático y la cruzada internacional de Estados Unidos contra el peligro comunista quedaron definitivamente hermanados con la aceleración de las reformas de la UP. La agraria levantó ampollas.

El historiador español Mario Amorós, que ha publicado Allende, la biografía después de 18 años de investigación sobre su figura y trayectoria, sostiene que la “vía chilena al socialismo” fue derrotada por una agrupación de causas: la estrategia de la oposición de bloquear cualquier iniciativa gubernamental en el Congreso, en el que tenía mayoría absoluta, el fomento de la crisis económica y del desabastecimiento, y la movilización anticomunista de las clases medias y sectores estudiantiles; incluso de la aristocracia obrera. La agresión de Estados Unidos y la derrota de los sectores constitucionalistas de las Fuerzas Armadas completaron la pinza, según Amorós, cuya obra, redactada desde la militancia política del autor, ligado al PCE, es imprescindible.

Pero algo mal debieron hacer el presidente y su Gobierno para que fuera posible tal coalición de fuerzas opositoras. Conmovido por su muerte, el secretario del Partido Comunista Italiano (PCI), Enrico Berlinguer (1922-1984), llegó a una lúcida conclusión: las transformaciones pretendidas por Salvador Allende, que había ganado las presidenciales de 1970 con el 36,3% de los votos, eran de tal calado que una mayoría simple no era suficiente para aprobarlas, ni siquiera con el presidencialismo consagrado en la Constitución de 1925. Los cambios exigían mayorías parlamentarias cercanas al 70% y amplios consensos sociales. Esa ecuación, sin embargo, era casi un imposible en el Chile de las injusticias distributivas y la guerra fría entre Estados Unidos y la URSS. Cuatro decenios después, el golpe cívico castrense de 2002 en Venezuela, y su actual atrincheramiento, las intermitentes sublevaciones criollas en la Bolivia indigenista o incluso el conflicto egipcio parecen resucitar aquellas reflexiones eurocomunistas.

“El golpe contra Allende, que crecía en cada elección, lo dieron las clases altas, las oligarquías, con la ayuda de un Henry Kissinger (secretario de Estado de Richard Nixon) muy inteligente y con dinero. En una redada de camioneros en huelga, y les pillamos ¡con billetes de 1.000 dólares en el bolsillo!”, recuerda Danilo Bartulín, médico personal y amigo de Allende, cuyo cargo oficial era médico jefe de la Presidencia de la República. Bartulín durmió en una habitación contigua el año de la crispación, y respondía las llamadas telefónicas del gobernante durante su descanso. Le acompañó en viajes y en horas cruciales y solía jugar al ajedrez con el mandatario hasta las dos de la madrugada. “Déjate ganar para que se vaya a dormir”, me decía. Fue torturado y encarcelado durante dos años tras su detención en La Moneda.

La última intentona para evitar el cuartelazo se desarrolló la noche del 17 de agosto en casa del cardenal Silva Henríquez, anfitrión de una cena entre el presidente y jefe de la Democracia Cristiana Patricio Aylwin, que acusó a Salvador Allende de destruir la democracia y conducir a Chile hacia la ruina económica y la dictadura del proletariado. “Yo le esperaba en el coche”, recuerda ahora Bartulín. “Al llegar, hacia las dos de la madrugada, me dijo: “No quieren nada. Nos niegan el pan y la sal’. Entonces yo le dije: ‘Vamos a la Cumbre de Argel (del Movimiento de Países no Alineados, del 5 al 9 de septiembre de 1973), pero usted pasa por el Vaticano y le pide una audiencia al Papa para que la democraciacristiana se ablande’. Le parece bien la iniciativa y se prepara un avión para unas veinte personas. La idea se mantiene, pero hubo voces que alertaron: ‘¿Y si dan el golpe cuando estemos fuera?’. Finalmente, Allende no fue ni a la Cumbre de Argel ni pidió audiencia a Pablo VI porque los acontecimientos se precipitaron”.

La subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil durante cuatro décadas había contribuido a asentar el mito de su “profesionalidad”, asumido de manera acrítica por Salvador Allende y amplios sectores de la izquierda, según explica Amorós en su libro. En el caso de un golpe de Estado, la Unidad Popular confiaba en que una parte significativa de los militares cumpliera con sus deberes constitucionales, pero no ponderó adecuadamente la vinculación técnica, económica e ideológica del estamento castrense chileno con Estados Unidos, que se remontaba a 1947, año de la firma del Tratado Interamericano de Mutua Defensa. “Por otra parte, el Informe Church reveló que, entre 1966 y 1973, 1.182 oficiales chilenos se adiestraron en centros militares de este país, donde les inculcaron la anticomunista Doctrina de Seguridad Nacional y les enseñaron terribles métodos de tortura que se pusieron en práctica a partir del 11 de septiembre de 1973”.

Sobran las pruebas sobre la cobertura norteamericana del golpe. Peter Kornbluh, director del National Security Archive’s Chile Documentation Project, consiguió que se desclasificaran más de 24.000 documentos secretos de la CIA y la secretaria de Estado. Los más importantes se reproducen en el libro Pinochet: los archivos secretos, ahora reeditado y ampliado (Crítica). La participación de Estados Unidos en la asonada fue tan determinante como la derechización de la Democracia Cristiana, muy cercana a la UP bajo la dirección de Radomiro Tomic. “Desgraciadamente, desde la fecha de la elección de Allende, la actitud del expresidente Eduardo Frei fue la de un energúmeno, que hizo suyo todo el discurso anticomunista y antipopular de la extrema derecha chilena y de los círculos del Gobierno norteamericano, sensible a las posiciones de sus empresas transnacionales. Se olvidó del socialismo comunitario”, señala Óscar Soto.


Óscar Soto, el médico de Allende, en su casa de Madrid esta semana. / carlos rosillo

La Democracia Cristiana perdió su sensibilidad social y Salvador Allende, la vida. ¿Hubiera podido conservarla? “Yo le tuve preparado dos operativos para que saliera vivo de La Moneda”, recuerda Bartulín. “Teníamos casas clandestinas para esconderlo. Propuse su salida en una pequeña reunión. Todavía no habían bombardeado. Hablé con gente del Ministerio de Obras Públicas que es donde estaban los coches y había un montón de gaps (Grupo de Amigos del Presidente). Ellos dijeron que podíamos salir cuando quisiéramos porque todavía no había toque de queda y los coches podían circular. Allende me dijo: ‘Bien, ten preparado el operativo’. Entonces algunos dijeron que no, que había que resistir hasta el final, hasta la muerte. Yo decía que mejor un Allende vivo que muerto, y que yo me quedaba. El plan era que tres coches salieran de La Moneda con Allende en uno de ellos, sin que nadie pudiera identificarle. Los que se quedaran seguirían disparando para disimular la salida de Allende. Si hubiera seguido vivo podía haber cambiado la historia”.

Pero el ánimo de Allende y sus leales sufrió un bajonazo cuando Augusto Olivares, director de la televisión nacional, se pegó un tiro en la sien. El abatimiento de La Moneda contrastó con la satisfacción de los jefes golpistas con el desenlace de su bombardeo y asalto al palacio presidencial. Carvajal informó sobre la muerte de Allende a Pinochet y Gustavo Leign, comandante de la Fuerza Aérea, en esta grotesca comunicación: “Hay una información del personal de la Escuela de Infantería que está dentro de La Moneda. Por la posibilidad de interferencias, la voy a transmitir en inglés: ‘They said that Allende committed suicide and is dead now’. Díganme si entienden”. Pinochet: Entendido. Leigh: Entendido perfectamente”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/06/actualidad/1378492113_956386.html
 

Sebastian

Colaborador
“Bajen todos. Yo seré el último”

Bruscamente, la puerta de la calle Morandé 80 (del Palacio de la Moneda) es derribada y unas dos decenas de soldados invaden el vestíbulo. Llevan fusiles y se identifican con un paño en el cuello de color naranja. Violentamente nos golpean en los costados del cuerpo y nos arrojan uno encima del otro en la vereda inmediata a la puerta de Morandé. Desde el Ministerio de Obras Públicas no dejan de dispararles y nos encontramos en un fuego cruzado, con serio peligro de ser heridos. Un suboficial, que porta lentes ópticos con la mitad de uno de los cristales roto, me coge por un brazo y me levanta. “¿Quién es usted?”, me pregunta. “Soy el doctor Óscar Soto”, respondo de inmediato. “Doctor, suba a la segunda planta y dígale a sus compañeros que tienen diez minutos para rendirse, que bajen desarmados”.

Subo la escalera y cuando me faltan aproximadamente unos diez escalones veo al presidente Allende rodeado de mis compañeros. Me ve aparecer y me dice: “¿Qué pasa doctor?”. Respondo: “Presidente, los militares han invadido ya la primera planta y nos dan diez minutos para bajar”.

Durante un instante me mira profundamente desde lejos y siento que será definitivo, se acerca el final. Le escucho: “Bajen todos. Dejen las armas y bajen. Yo seré el último”. En fila india, mis compañeros bajan, yo sigo mirando al presidente que se escurre en dirección al salón Independencia. Al atravesar la puerta de Morandé 80 soy empujado, con las manos detrás de la nuca, a apoyarme en el sólido muro del palacio. Detrás de mí, alguien solloza. Es Enrique Huerta, el intendente de palacio. “¿Qué pasa, Enrique?”, inquiero. “El presidente ha muerto”, me dice desolado. Ha entrado al salón Independencia, se ha sentado en un amplio sillón de tapiz rojo, y se ha suicidado. Ha estado solo. Ningún militar ha llegado aún a la segunda planta.

El doctor Rogelio de la Fuente Gaete, en su libro Detrás de la memoria (México, 2008), resume con acierto la llamada batalla de La Moneda: “Políticamente, una traición. Humanamente, un genocidio. Éticamente, una ignominia. Militarmente, una inepcia”.
Extracto de Allende, en la memoria, de Óscar Soto (Ediciones Sílex), ya está a la venta. 16 euros.

“Misión cumplida. Presidente muerto”
Los primeros soldados entraron por la puerta de la calle Morandé y detuvieron a varios de los defensores, entre ellos al doctor Óscar Soto, a quien ordenaron que avisara a Allende y a sus acompañantes de que tenían diez minutos para salir desarmados. “Presidente, la primera planta está tomada por los militares. Dicen que deben bajar y rendirse”, le informó. “Allende nos pidió que nos entregáramos”, señaló el doctor Patricio Arroyo. “Entendí claramente que esto corría para nosotros y no para él. No recuerdo si lo dijo o no, pero todos entendimos lo mismo: él no saldría vivo de ahí...”.

“Se improvisó, con un delantal médico, una bandera blanca; atada a un palo, fue sacada por la puerta de Morandé 80. La Moneda estaba rodeada por todos lados. Los militares aceptaron la rendición y exigieron que bajáramos en fila india y con las manos en la nuca”. Con el palacio semidestruido, en llamas y sin suministro de electricidad, Allende se despidió personalmente de cada uno de ellos y detrás de Óscar Soto, empezaron a salir. El presidente regresó al salón Independencia.

<TB>El único testigo de su muerte es el doctor Patricio Guijón. Mientras sus compañeros iban bajando hacia la puerta de Morandé, a Guijón se le ocurrió regresar a buscar su máscara antigás para llevársela a su hijo como recuerdo. “En un momento determinado me encuentro frente a una puerta ubicada en ese pasillo, la que por lo general se mantenía cerrada, no obstante en esta ocasión estaba abierta e instintivamente miré hacia el interior de esta habitación, observando que al fondo de esta, en la muralla que daba hacia Morandé, a seis o siete metros de distancia, estaba el presidente Allende, sentado en un sofá con una metralleta en sus manos, instante en que escuché y vi que se disparó, saliendo eyectado parte de su cráneo y masa encefálica, en dirección al techo de la habitación y la pared posterior. Instintivamente me acerqué a ver cómo estaba y le tomé el pulso. No había nada que hacer”. El doctor Patricio Guijón permaneció al lado del cuerpo inerte unos diez o quince minutos, hasta que llegaron primero dos militares y después el general Palacios, quien comunicó a sus superiores: “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”.

Extracto de Allende, la biografía, de Mario Amorós (Ediciones B), que se publica el 11 de septiembre.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/06/actualidad/1378492113_956386.html
 
S

SnAkE_OnE

Después del golpe de pinocho, me parece que toda la izquierda en AL, se dio cuenta que la única opción de lograr el poder era por la via armada.

La lucha armada habia comenzado mucho antes, el tema era que no se arraigaba.
 

Shandor

Colaborador
Colaborador
Brasil abasteció a Pinochet de sustancias bioquímicas para envenenar adversarios
Las neurotoxinas botulínicas producen intoxicación y llevan a la muerte por asfixia

Las armas químicas que el dictador chileno Augusto Pinochet usó para envenenar a sus adversarios políticos se llamaban neurotoxinas botulínicas y fue el Gobierno de la dictadura militar brasileña quién se la proveyó.

El balance oficial de muertos durante los 17 años en que el dictador chileno estuvo en el poder (1973-1990) fue de 3.225 muertos y desaparecidos, además de los 37.000 presos políticos. Parte de esas muertes fueron provocadas por envenenamiento con el arma bioquímica llegada desde Brasil, un veneno mucho más fuerte que el cianuro. La neurotoxina botulínica produce intoxicación con parálisis y lleva a la muerte por asfixia.

Como es sabido, Brasil apoyó el golpe militar chileno de 1973. El entonces Gobierno militar de Brasilia ofreció plena ayuda a Pinochet, desde financiera a diplomática. Ambos Gobiernos dictatoriales continuaron socorriéndose mutuamente durante los años de la represión.

Lo que era menos conocido y que es indagado por los actuales Gobiernos democráticos de Brasil y Chile es la ayuda bioquímica que Brasil ofreció a Pinochet para poder eliminar con mayor eficacia a sus adversarios políticos, como informa el diario brasileño O Globo.

Para disimular el contrabando de la toxina obtenida en Brasil se usó como fachada el Instituto Bacteriológico chileno, hoy Instituto de Sanidad Pública (IPS). Ha sido la médica, Ingrid Heltmann Ghigliotto, exdirectora del IPS que estuvo presa durante el régimen militar, quien ha contado a la agencia DPA que encontró en los sótanos del instituto dos cajas con ampollas de toxinas botúlicas del Instituto Butantan de Sâo Paulo, que hubiesen sido suficientes para matar a la mitad de los habitantes de Santiago de Chile.

El Ministerio de Sanidad de Brasilia afirma que no posee registros de envíos al antiguo Instituto Bacteriológico de Santiago. A su vez, en Sâo Paulo, el Instituto Butantan dice que no le consta el envío de anatoxina botúlica a Chile en la década de los 70 a los 80.

Fue la CIA la primera que habría descubierto en 1978 el interés del dictador chileno por el uso de armas químicas como las que le llegaban desde Brasil para eliminar con mayor eficacia a sus adversarios.

Mientras comienza a identificarse a los chilenos involucrados en la historia, se desconocen aún los colaboradores en Brasil que ofrecieron a Pinochet la toxina mortífera. En este país están en curso los trabajos de la Comisión de la Verdad, creada por la presidenta Dilma Rousseff para esclarecer todos los crímenes perpetrados durante la dictadura militar que aún siguen ocultos o en el olvido. Podría ser una ocasión para conocer a ciencia cierta la verdad y la envergadura sobre estas informaciones que la justicia chilena está investigando.

elpais.es

 

Sebastian

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El exjefe de la policía secreta de Pinochet se suicida antes de un cambio de cárcel

El general retirado Odlanier Mena Salinast murió en su casa, donde pasaba los fines de semana por un permiso penitenciario

Rodrigo Cea Santiago de Chile 28 SEP 2013 - 22:16 CET28


La Policía de Investigaciones de Chile llega al inmuelbe donde se suicidó Mena. / F. TRUEBA (EFE)

Odlanier Mena Salinas, exjefe de la Central Nacional de Informaciones (CNI) –policía secreta de Augusto Pinochet entre 1977 y 1990, responsable de decenas de asesinatos, secuestros y torturas– se suicidó con un disparo en la sien, según informes preliminares entregados por la policía. El hecho se produjo en su domicilio ubicado en la acomodada comuna de Las Condes, en el sector oriente de Santiago de Chile, donde el general en retiro hacía uso del beneficio penitenciario de libertad de fin de semana. Mena iba a ser trasladado a otra prisión tras el cierre del penal en el que cumplía su condena junto a otros nueve militares.

Mena, de 87 años, fue uno de los líderes de la llamada Caravana de la Muerte, comitiva militar que ejecutó a opositores políticos en distintas ciudades del país tras el golpe militar que terminó con el gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Más tarde, después de que Pinochet decretara el fin de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) –organismo responsable de miles de violaciones a los derechos humanos–, en 1977 Mena se convirtió en el primer director de la CNI, cargo en que permaneció hasta 1980.

Condenado en 2007 a diez años de presidio –que se redujeron a seis con el fallo definitivo–, Mena cumplía sentencia por su responsabilidad como autor de los homicidios de los dirigentes socialistas Manuel Donoso, Oscar Ripoll y Julio Valenzuela. El exmilitar se encontraba en su hogar gracias a que, tras cumplir la mitad de su condena, desde 2011 se le permitiera estar en libertad entre las 18.00 del viernes y las 22.00 del domingo.

El suicido de Mena se produjo dos días después de que el presidente Sebastián Piñera anunciase el cierre el Penal Cordillera, donde convivía con otros nueve militares condenados por delitos cometidos durante la dictadura de Pinochet (1973-1990). Entre ellos se encuentran reconocidos violadores de derechos humanos como Miguel Krassnoff, Marcelo Moren Brito y Manuel Contreras, el exdirector de la DINA condenado a 360 años de cárcel más dos cadenas perpetuas.

El 10 de septiembre pasado, en medio del agitado clima político que vivió el país a propósito del aniversario de los 40 años del golpe de Estado, Contreras –a quien se le atribuye la muerte de más de 1.500 opositores al régimen– dijo en una entrevista de televisión que en el Penal Cordillera los gendarmes estaban para “sostenerle el bastón”, y negó tener participación en cualquier delito.

Las declaraciones de Contreras generaron polémica y malestar entre los familiares de las víctimas de la dictadura –hubo 3.214 ejecutados políticos, de ellos un millar permanecen desaparecidos–, y desde entonces resurgió el cuestionamiento por las comodidades con que permanecen encarcelados los militares en el Penal Cordillera. La cárcel cuenta con baños privados, agua caliente, televisión, computadores y jardines con césped: una realidad muy distinta a la que viven los presos comunes en Chile. Ubicada junto al comando de Telecomunicaciones del Ejército, en el sector suroriente de Santiago, la cárcel fue creada gracias a un decreto firmado en 2004 por el expresidente Ricardo Lagos (2000-2006).

Tras el anuncio de Piñera, el cierre de la cárcel es inminente, y se espera para las próximas horas el traslado de sus nueve internos hacia el Centro de Detención Preventiva y Cumplimiento Penitenciario Especial Punta Peuco. Ubicado 60 kilómetros al norte de la capital chilena, en la localidad de Tiltil, en Punta Peuco hay 44 militares implicados en violaciones a los derechos humanos, quienes también gozan de comodidades como habitaciones individuales, televisores, computadores, biblioteca y un sector para tratamientos terapéuticos.

A 50 días de las elecciones del próximo 17 de noviembre –en las que, según todas las encuestas, triunfará la expresidenta socialista Michelle Bachelet–, la decisión de Piñera, quien calificó de “criminales” a los militares presos, ha provocado un quiebre en el oficialismo. Según informó el diario La Tercera, Carlos Larraín, presidente de Renovación Nacional –partido liberal de derecha al que pertenece el mandatario–, se habría quejado ante el Gobierno por el cierre de la cárcel ya que la decisión implica “agravar las penas” y significa un “cambio injusto y excesivo en las condiciones”. Más allá, la queja de Larraín apuntó al “efecto político” de la medida, pues incomoda a parte de la derecha que apoyó el régimen de Pinochet, y en especial a la candidata presidencial del sector, Evelyn Matthei.

Joaquín Lavín, líder de la Unión Demócrata Independiente –partido conservador de la derecha– y jefe de la campaña de Matthei, prefirió evitar los roces con Piñera y contraatacó destacando que Bachelet no fue quien dio la orden de cerrar el Penal Cordillera. “No deja de ser una paradoja que sea un gobierno de la Concertación el que haya abierto penal Cordillera y haya sido un Gobierno de centroderecha el que lo cierra”, dijo Lavín al canal de televisión 24 Horas.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/28/actualidad/1380399375_863041.html
 

Sebastian

Colaborador
Tres hitos que marcaron la caída de Pinochet

Constanza Hola Chamy
BBC Mundo


La opción "No", que significaba terminar con el gobierno militar y llamar a elecciones democráticas, ganó con más de un 54%.

Dos letras, una palabra: No.

Un vocablo que se volvió histórico en Chile y el mundo ya que significó el primer "derrocamiento" por la vía democrática de un gobierno de facto: el de Augusto Pinochet.

El 5 de octubre de 1988, en pleno gobierno militar chileno, se realizó un plebiscito para decidir en las urnas si Pinochet seguía o no en el poder por otros ocho años.

La votación estaba contemplada en la Constitución de 1980, redactada por los ideólogos del gobierno militar vigente en Chile desde el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

"En la Constitución original de Pinochet él pretendía estar en el poder 16 años (hasta 1997) y su ministro del Interior le dijo: 'Esto es demasiado, por qué no hacemos un plebiscito al medio (1988)'. Y ese fue el origen del plebiscito", le explica el expresidente de Chile Ricardo Lagos a BBC Mundo.

El miedo
Video: el spot de TV del "No"
Noventa días antes de cumplirse el mandato que Pinochet inició en 1981 -tras la aprobación de la Carta Fundamental-, la Junta debía proponer un candidato a presidente de la República durante el siguiente período de ocho años, sujeto a ratificación mediante un plebiscito.

El candidato designado fue el propio Pinochet y los chilenos tuvieron dos opciones.
  • , significaba que el candidato único del gobierno, es decir Pinochet, se quedaría en el poder hasta 1997, cumpliendo casi 25 años de mandato desde el golpe de Estado.
  • No implicaba la convocatoria de elecciones presidenciales y parlamentarias al año siguiente. Es decir, el retorno a la democracia.
El gobierno militar recién reconoció como legales los partidos políticos en 1987 -excepto aquellos de ideología "marxista"- y a principios de 1988 se formó la "Concertación de partidos por el No", una coalición de centroizquierda con un solo objetivo: derrotar a Pinochet por sus propios medios.

"Descubrimos que el adversario no era Pinochet, sino el miedo. El miedo de salir, votar y demostrar su opción", le cuenta Eugenio Tironi, director de contenidos de la campaña del No a BBC Mundo.

Sin embargo, hubo momentos clave que pavimentaron la salida de Pinochet del poder, facilitando la pérdida del miedo y la congregación de una mayoría (54,71% de los votos escrutados) que le dijo "No" al gobierno militar.

A 25 años de ese momento histórico, BBC Mundo le presenta tres hitos en el derrocamiento de Pinochet por la vía democrática.

  • El dedo de Lagos
"Raquel, usted me va a excusar, ¡hablo por 15 años de silencio!".


La frase, enérgica, la pronunciaba Ricardo Lagos el 25 de abril de 1988 en el set del programa De Cara al País, uno de los principales -y pocos- espacios de debate político de la televisión chilena de ese entonces, mientras increpaba, apuntando a la cámara con el dedo, al entonces presidente de facto, Augusto Pinochet.

Lagos era el presidente del recién creado Partido Por la Democracia (PPD), espacio de izquierda conformado mayoritariamente por exsocialistas.

Y era primera vez que el partido contaba con espacio en la televisión para plantear sus objetivos.

"Le voy a recordar general Pinochet que usted el día del plebiscito de 1980 dijo que el Presidente Pinochet no sería candidato en 1989. Y ahora le promete al país otro ocho años con torturas, con asesinatos, con violación de derechos humanos. Me parece inadmisible", continuaba Ricardo Lagos sin dejar de mirar a la cámara.

Nunca antes un líder opositor había increpado directamente a Pinochet en la televisión abierta. Y Lagos dejaba sin habla a los más avezados comunicadores de esa época, entre ellos la reconocida periodista chilena Raquel Correa.

Nadie sabía de los planes de Lagos. Ni siquiera él mismo.

Sin pelos en la lengua
"En la parte final (del programa) lo que yo iba a denunciar era que el plebiscito de 1980 había sido un fraude porque no había apoderados en las mesas. Y como ya tenía inscrito el partido yo tenía que hacer un llamado a que se inscribieran, porque íbamos a hacer cursos para apoderados. Esa era la parte final que yo iba a hacer", le cuenta Lagos a BBC Mundo, sobre sus planes originales.

"Le voy a recordar general Pinochet que usted el día del plebiscito de 1980 dijo que el Presidente Pinochet no sería candidato en 1989. Y ahora le promete al país otro ocho años con torturas, con asesinatos, con violación de derechos humanos. Me parece inadmisible"

Ricardo Lagos
Sin embargo, el día del programa alguien le pasó el recorte del diario donde Pinochet declaraba que no sería candidato.
"Entonces dije: 'Voy a primero decir que Pinochet es un mentiroso, y muestro el papelito y luego llamo a inscribirse como apoderado'", recuerda.
Lagos, que sería presidente de Chile entre los años 2000 y 2006, se había sometido a un minucioso entrenamiento para su debut televisivo.

"Cuando llegó esta invitación, yo dije que esto había que hacerlo profesionalmente (...) Entonces nos sometimos a una preparación bastante exhaustiva. Unos amigos que tenían una productora de televisión hicieron un set exactamente igual al que íbamos a estar sentados (...) Preparamos un coaching con dos mujeres y un varón (como los periodistas reales del programa) que nos interrogaron duramente", rememora.

El espacio tenía tres partes de 15 minutos cada una, siendo la última en la que el entonces líder opositor podía hacer el llamado que había preparado. Pero un detalle práctico de los vaivenes televisivos gatilló lo que es hoy recordado como uno de los hitos políticos en la recuperación de la democracia: el tiempo se acababa e iban a tener que cortar el último bloque.

A Lagos, conocido en su círculo como un hombre "sin pelos en la lengua" y de fuerte carácter, no le gustó escuchar que no tendría tiempo para decir lo que más le interesaba y apenas volvieron de comerciales y fue su turno, obvió la pregunta y se lanzó en picada contra Pinochet en un discurso que no permitió interrupción alguna.

Ese hecho marcó un antes y un después en la pérdida del miedo de los votantes opositores.

"El dedo de Lagos fue muy importante, porque la población estaba dispuesta a correr riesgos como inscribirse, pero necesitaba ver que tenía por encima de ellos a líderes que los protegieran. Y Lagos se levanta como un líder protector, un líder dispuesto a incluso correr más riesgos que los que le pedía a la gente que corrieran", le explica el sociólogo Eugenio Tironi a BBC Mundo.

El poder de la televisión
"Tan pronto terminó el programa yo me paré indignado porque no me habían dejado hablar. No había alcanzado a hacer la denuncia del fraude y el llamado a los apoderados de mesa. Y las periodistas ahí me dijeron: 'Usted no sabe lo que ha pasado esta noche, no se da cuenta'", afirma Lagos.

"Yo creo que Pinochet cometió un error. Lo menos que debió hacer fue echarme de Chile. Ese era el temor que yo tenía, no que me tomaran preso, sino que me subieran a un avión"

Ricardo Lagos
"Cuando te dicen que en (en la ciudad de) Iquique la gente salió a celebrar a la calle. O al día siguiente, cuando pasé caminando por el centro de Santiago y la gente comenzó a aplaudirme, nunca había pasado eso. Ahí me di cuenta del impacto de la televisión y pensé: 'Esta gente perdió el miedo'", relata.

"Yo creo que Pinochet cometió un error. Lo menos que debió hacer fue echarme de Chile. Ese era el temor que yo tenía, no que me tomaran preso, sino que me subieran a un avión", concluye
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias...25_anos_plebiscito_chile_pinochet_no_ch.shtml
 

Sebastian

Colaborador
Tres hitos que marcaron la caída de Pinochet
Parte 2
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/130917_especial_25_anos_plebiscito_chile_pinochet_no_ch.shtml#
  • La franja televisiva del No
Uno de los elementos más importantes y originales del plebiscito fue la franja electoral televisada.


Cada opción contaba con 15 minutos diarios para la difusión de la publicidad política, dentro de los 30 días antes del plebiscito.

Por primera vez la oposición a Pinochet tenía tiempo autorizado y televisado para plantear sus puntos e inquietudes. Y lo hicieron de una manera bastante particular: llamando a la alegría.

"Nuestro principal adversario no era Pinochet sino el miedo. Una población que no se quería inscribir ni ir a votar que No por miedo a las represalias", le dice Eugenio Tironi, director de contenidos de la campaña del No a BBC Mundo.

"Descartamos el discurso revolucionario y rupturista y desarrollamos una estética muy Ghandiana, pacifista, unificadora, muy bella, minimizando el significado mismo del plebiscito y del voto No".

"No estábamos hablando de cambiar el sistema económico, no estábamos hablando de pasar por la justicia a los violadores de derechos humanos, no estábamos hablando de volver a la Unidad Popular. No. Estábamos hablando simple y puramente de que de acuerdo a lo que la propia Constitución de Pinochet establece, si ganaba el No habría elecciones presidenciales como hay en cualquier otro lugar del mundo".

Las armas del enemigo
Esta opción fue decisiva, ya que se contrapuso directamente a la campaña oficialista del Sí, que apelaba al temor de los partidarios del gobierno de volver a la escasez y al marxismo.

La oposición formó un comité centrado en desarrollar una fuerte estrategia para aprovechar al máximo esta oportunidad única. Fue compuesto por sociólogos, publicistas, artistas y políticos de renombre. Era un grupo de profesionales que se habían adaptado a jugar dentro de las reglas publicitarias y televisivas impuestas por el propio régimen, explica Tironi.

Conocían las herramientas del mundo de la publicidad, manejaban las encuestas y el concepto de público como "mercado" tan bien o incluso mejor que sus adversarios. "Utilizamos las armas del enemigo para derrotarlo", sentencia Tironi.

"La franja del No fue como una miniserie de televisión. No, más que una miniserie, un minicanal estructurado como se estructura la programación de un canal: tenía noticias, documentales, humor, cortes comerciales, línea editorial y programación extranjera"
Eugenio Tironi

Basado en estrategias publicitarias internacionales, Jaime de Aguirre compuso una canción "más cercana a un jingle que a una marcha", según cuenta Tironi. Así nació "Chile, la alegría ya viene".

"La franja del No fue como una miniserie de televisión. No, más que una miniserie, un minicanal estructurado como se estructura la programación de un canal: tenía noticias, documentales, humor, cortes comerciales, línea editorial y programación extranjera".

A pesar de todos los esfuerzos, el mismo Tironi estaba reticente a creer que ganarían, hasta que comenzó a conocer la reacción del público.

"Un equipo que venía de Chiloé (en el sur de Chile), nos contó que la gente se quedaba en la noche en una fuente de soda (bar) hasta las 11 de la noche, porque la franja se daba a una hora en la que se suponía que nadie veía televisión. Se concentraba la gente y que la reacción frente a la franja del No era increíble. La gente aplaudía, se reía, lloraba… Cuando me contaron eso dije: 'Parece que le achuntamos' (dimos en el blanco)".


  • Matthei: el miembro de la junta que reconoció el triunfo del No
Llegó el día del plebiscito y más de siete millones de chilenos acudieron a las urnas.

Custodiadas por observadores internacionales y apoderados de la oposición, las mesas se fueron repletando en una votación histórica, con 97% de participación de los inscritos. Y a pesar de que cerraron relativamente temprano, los cómputos oficiales no llegaban.

Recién a las 7:30 de la tarde el gobierno entregó el primer cómputo oficial: basado en menos del 0,4% de las mesas receptoras, el Sí obtenía un 58 %, frente a un 42 % obtenido por el No.

El retraso de cómputos, la baja cantidad de mesas supuestamente escrutadas y la poca información que daba el gobierno parecía no condecirse con lo que se reportaba en vivo desde las mesas de votación. En terreno, era la opción No la que parecía ganar.

Fue recién a medianoche que el gobierno comenzó a reconocer la derrota.

El primero en comentar públicamente la ventaja del No fue el ex ministro del Interior de Pinochet Sergio Onofre Jarpa, fundador de Renovación Nacional, partido adherente al gobierno.

"Habría, a juicio nuestro, una tendencia mayoritaria por la opción No", aseguró Jarpa en un programa de debate organizado por uno de los principales canales de la televisión chilena.

Ovación para Matthei
Sin embargo, no fue hasta la madrugada del 6 de octubre que la mayoría del país que votó por la opción No confirmó su victoria. Y pudo comenzar a celebrar.

Aún sin cifras oficiales, por los pasillos de La Moneda apareció el general Fernando Matthei, miembro de la Junta. Consultado, el comandante de la Fuerza Aérea pronunció una frase corta, pero contundente: "Me parece que realmente ganó el No. Al menos para mí, yo lo tengo bastante claro ya", dijo Matthei.

"No podía entender por qué no se estaba dando la información cuando todo el mundo la sabía ya y pensé que esto podía traer consecuencias muy serias de pensar que nosotros no íbamos a cumplir con nuestro compromiso de reconocer una victoria, o una derrota también"
Fernando Matthei​

El comentario fue decisivo, ya que no sólo anunciaba el triunfo del No, sino que dejaba sin respaldo cualquier potencial intento de manipular los resultados, que era el principal temor de la oposición.

"Cuando entró Matthei a esa reunión nosotros estábamos en el Hotel Galería viendo la televisión, estaba lleno de todos estos observadores extranjeros. Cuando Matthei dijo lo que dijo, ya nos quedó clarísimo. La ovación ahí fue espectacular. Nunca se ha llevado una ovación así Matthei", recuerda el expresidente Ricardo Lagos, uno de los principales líderes opositores de entonces, en conversación con BBC Mundo.

Su intervención, aparentemente improvisada, no fue al azar.

"Estaba preocupado (…) No podía entender por qué no se estaba dando la información cuando todo el mundo la sabía ya y pensé que esto podía traer consecuencias muy serias de pensar que nosotros no íbamos a cumplir con nuestro compromiso de reconocer una victoria, o una derrota también", señaló posteriormente Matthei en una entrevista con Televisión Nacional.

Años después, Matthei reconocería que Pinochet pensó en pedir facultades especiales para desconocer los resultados.

En sus memorias, el general y padre de la actual candidata de la alianza de centro derecha, Evelyn Matthei, relata cómo Pinochet les habría entregado un decreto que validaba no reconocer los resultados y lo facultaba para asumir todo el poder.

El hecho habría enfurecido a los miembros de la Junta, según el testimonio de Matthei, quien asegura que rompió el acta con sus propias manos.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias...25_anos_plebiscito_chile_pinochet_no_ch.shtml
 

rodrigocarra

RED OBSERVADORES DEL AIRE
Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).

No se si será el lugar, pero anoche terminé de ver el mejor reportaje que he visto en los últimos 10 años en Chile.
Es una historia poco conocida, el reportaje muestra la versión y testimonio de TODOS los involucrados lo que da la confianza de la imparcialidad.
Altamente recomendable, es una serie de 4 capitulos. Les dejo el primero...

GUERRILLEROS "La Historia tras el Fusil"


Abrazos
 
No se si será el lugar, pero anoche terminé de ver el mejor reportaje que he visto en los últimos 10 años en Chile.
Es una historia poco conocida, el reportaje muestra la versión y testimonio de TODOS los involucrados lo que da la confianza de la imparcialidad.
Altamente recomendable, es una serie de 4 capitulos. Les dejo el primero...

GUERRILLEROS "La Historia tras el Fusil"


Abrazos
Rodrigo, me temo que van a tener que hacer una extension actualizada de ese reportaje, a la vista del accionar terrorista mapuche en la Araucania....los otros dias presencie el relato de un productor y dirigente agropecuario de la zona, en la CNN Chile, y te aseguro que es (como dicen uds...) "harto" preocupante. Ah!...Bachelet esta aplicando (o intentando aplicar...) la legislacion antiterrorista promulgada en epocas de Pinochet...son "socialistas" pero NO idiotas (supongo....).Saludos!!!!
 

rodrigocarra

RED OBSERVADORES DEL AIRE
Rodrigo, me temo que van a tener que hacer una extension actualizada de ese reportaje, a la vista del accionar terrorista mapuche en la Araucania....los otros dias presencie el relato de un productor y dirigente agropecuario de la zona, en la CNN Chile, y te aseguro que es (como dicen uds...) "harto" preocupante. Ah!...Bachelet esta aplicando (o intentando aplicar...) la legislacion antiterrorista promulgada en epocas de Pinochet...son "socialistas" pero NO idiotas (supongo....).Saludos!!!!

Y han causado algo de desestabilización en la zona. Pero son solo un pequeño grupo. A parte de este pequeño grupo todos estan totalmente integrados a la sociedad.
Y el mundo de a poco conoce el gran legado de este pueblo, que para los chilenos es Interno, es decir, no se encontrará en astronomía, matemáticas u otra ciencia. El legado mapuche para los chilenos es un legado interno.
Saldrá una pelicula sobre LAUTARO creo que en 2017, será una producción de Hollywood que pinta bien.


Abrazos
 
Última edición:
Y han causado algo de desestabilización en la zona. Pero son solo un pequeño grupo. A parte de este pequeño grupo todos estan totalmente integrados a la sociedad.
Y el mundo de a poco conoce el gran legado de este pueblo, que para los chilenos es Interno, es decir, no se encontrará en astronomía, matemáticas u otra ciencia. El legado mapuche para los chilenos es un legado interno.
Saldrá una pelicula sobre LAUTARO creo que en 2017, será una producción de Hollywood que pinta bien.


Abrazos
Disculpa, pero quemar vivos a una pareja de ancianos dentro de su vivienda, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona".Quemar maquinaria agricola y camiones en cantidades crecientes, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona". Atacar retenes de Carabineros con armas automaticas, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona". Tener a las FARC como sponsors e instructores de combate, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona"..... El relato que vi y oi del productor agropecuario, es francamente preocupante. Si a mi, que estoy allende la Cordillera, me alarma...me alarma que a vos no te haga mella. En fin, "cada uno sabe donde le ajusta el borcegui"...Saludos!!!
 

rodrigocarra

RED OBSERVADORES DEL AIRE
Disculpa, pero quemar vivos a una pareja de ancianos dentro de su vivienda, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona".Quemar maquinaria agricola y camiones en cantidades crecientes, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona". Atacar retenes de Carabineros con armas automaticas, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona". Tener a las FARC como sponsors e instructores de combate, no me parece "algo de desestabilizacion en la zona"..... El relato que vi y oi del productor agropecuario, es francamente preocupante. Si a mi, que estoy allende la Cordillera, me alarma...me alarma que a vos no te haga mella. En fin, "cada uno sabe donde le ajusta el borcegui"...Saludos!!!
Estimado Tordo, no es que me de lo mismo. Pero por unos pocos desadaptados con caracter criminal, no se puede meter a todos en lo mismo.
Sería muy injusto generalizar, ya que muchos, casi todos, aportan al que hacer nacional.
De lo criminal, la justicia se encarga en responsabilidades individuales.

Abrazos
 
Estimado Tordo, no es que me de lo mismo. Pero por unos pocos desadaptados con caracter criminal, no se puede meter a todos en lo mismo.
Sería muy injusto generalizar, ya que muchos, casi todos, aportan al que hacer nacional.
De lo criminal, la justicia se encarga en responsabilidades individuales.

Abrazos
Ojala sea como vos decis!. Varios de este lado, y con info fideligna que nos llega desde tu lado, tenemos una percepcion diferente del tema. Saludos!!!
 
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